«Nunca fuimos modernos» Bruno Latour

Ser moderno, ¿una forma de ser?

Ya a mediados de 1800, Charles Baudelaire se referia a que es ser moderno. Una definicion que dio cuenta de un fenomeno que hoy se asocia con lo actual o con lo contemporaneo pero que evidentemente va mucho mas alla.

Bruno Latour creo una división de lo moderno que consiste en dos conjuntos de prácticas opuestas. El primer conjunto es el que llama Redes, son las practicas de traducción o mediación, mezclas entre géneros de seres totalmente nuevos, HÍBRIDOS de la naturaleza y de cultura. Y el segundo es la Crítica, prácticas de purificación, las que “crean dos zonas ontológicas por completo distintas, la de los humanos, por un lado, y la de los no humanos por el otro. Cada contemporaneidad tiene su propia idea de modernidad. Es decir, cada comunidad establece su propio conjunto de saberes que es necesario reconocer para que las señales se conviertan en signos. Por eso, una persona moderna, aunque registre las complejas ramas globales que circunscriben su vida cotidiana, debe trascender los límites de una contemporaneidad determinada. No es lo mismo «ser moderno» en Buenos Aires, Londres, Bangkok o Nueva York, asi como tampoco es lo mismo «ser moderno» o»ser esnob». Son cosas distintas. El esnob se jacta de la calidad de su información. El moderno, de su variedad y cantidad. Si el esnob es quien «marca tendencia» (como dirían en la Cosmopolitan), el moderno es quien reconoce la existencia de éstas y otras tendencias.

Entonces, si el ser moderno se sintetiza en ciertas actitudes, conductas y estilos de vida, ¿qué pasa en la actualidad?»La modernidad tiene tantos sentidos como pensadores o periodistas hay –diria Latour. No obstante, todas las definiciones designan de una u otra manera el paso del tiempo. Con el adjetivo moderno se designa un régimen nuevo, una aceleración, una ruptura, una revolución del tiempo. Cuando las palabras ‘moderno’, ‘modernización’, ‘modernidad’ aparecen, definimos por contraste un pasado arcaico y estable.Por lo tanto este antropologo denuncia la existencia de una separación definitiva entre el conocimiento y el interés, el poder o la política de los hombres que va de la mano de una hibridez entre la cultura y la naturaleza caracteristica del «hombre moderno».

¿Qué pasaría con nosotros si dejaramos de ser modernos? ¿Entrariamos en una nueva época que remplazaría la de los modernos?…….¿La posmodernidad?……

No hemos entrado en la era moderna porque para serlo necesitamos cumplir al menos con una condición: sostener cierta escisión entre la ciencia y la reflexión interpretativa, distinción que conlleva la Constitución moderna. Por lo tanto en lugar de separar practicas debemos considerar a cada una de ellas dentro de una red, para ser mas especificos no hablamos del contexto social y de los intereses de poder, sino de su inclusión en las comunidades y los objetos. Es decir de una red de historias mezcladas, de historias que se suceden unas con otras.

El hombre moderno no existe. Es una abstracción, es una quimera que queremos creer afirmaria Latour.

Por Karla Lopez

«Nunca fuimos modernos», Latour

Latour plantea que lo que va haciendo la ciencia con el devenir de la modernidad, es ir borrando todos aquellos aspectos que le dan carácter híbrido. Con esto, lo que quiere decir es que el científico construye ciencia y contexto, pero en ese proceso, los tópicos que no tienen que ver directamente con la disciplina que se quiere  mejorar pero que sí son claves para generar nuevas ideas, no  quedan manifestados.  Sumado a esto, y en conexión con el otro texto visto de este autor, menciona que la ciencia también construye “relatos” ya que en sus escritos opera la retórica y “hacen agua” ciertas categorías de verdad.

El concepto de no hibrido, tendría que ver con la “purificación” (práctica de la crítica de separar) y se contrapondría con el concepto de “traducción” que haría alusión a lo que en verdad sucede que es la proliferación de los híbridos. El título del material en cuestión, “Nunca fuimos modernos”, tiene justamente que ver con que la supuesta separación entre las cosas, no es real.

Latour  plantea que el antropólogo que desee evaluar los fenómenos híbridos, debe ubicarse entre el sujeto y el objeto, para estar en una posición simétrica respecto a este último. Esto sería “Imperio del Medio”.

Luego, otro aspecto del texto es la toma de autores como Hobbes o Boyle, con el propósito de justificar sus argumentos. La Constitución Moderna separa entre naturaleza y política; Latour entiende que no existe tal división y por ende no existirían diferencias entre los planteos de los dos autores citados, figuras fundantes de la ciencia política y natural  respectivamente.

                                                                                                  Por María Florencia Guerrero

Nunca Fuimos Modernos – La escisión moderna

En el mundo moderno tanto analistas como pensadores, periodistas y tomadores de decisiones se han empeñado en dividir al mundo en dos “categorías puras”: Naturaleza (concerniente a los conocimientos exactos) y Cultura (relativo al ejercicio del poder). Estas prácticas de “purificación crítica” están en el centro mismo del ser moderno y tienen su origen en el nacimiento de la modernidad, cuando Boyle y Hobbes se disputaban la distribución de los poderes científicos y políticos. Estos dos científicos según Latour “inventan nuestro mundo moderno, un mundo en el cual la representación de las cosas por intermedio del laboratorio está disociada para siempre de la representación de los ciudadanos por intermedio del contrato social

Estas dos categorías se hallan de hecho totalmente mezcladas en la realidad y forman lo que Latour llama “híbridos”, madejas donde se entremezclan temáticas como ciencia, política, economía, derecho, religión, etc. Este fenómeno se plasma claramente en los diarios, donde día a día estos aspectos se encuentran embrollados. Por eso para el autor se trata de volver a atar el «nudo gordiano», atravesando los cortes que separan Naturaleza y Cultura, y para esto introduce la noción de «actor-red» que tiene como finalidad volver a mezclar las entidades humanas y naturales.

Por Camilo Suarez

El mundo moderno para Latour

Latour se pregunta acerca de qué es un mundo moderno. Surge así la hipótesis sobre dos conjuntos de prácticas diferentes que deben convivir por separado. Por un lado una mezcla de seres totalmente nuevos, híbridos de naturaleza y de cultura; por el otro, un conjunto que crea dos zonas ontológicas distintas. El primer conjunto corresponde a las redes. El segundo hace una separación tajante entre mundo natural, mundo social y un discurso independiente de uno y otro.

Mientras leía el texto, trataba de encontrar algún objeto, alguna invención que pudiera dar cuenta de esto. Me detuve a mirar la cuchara del café y pensé cuán naturalizada era nuestra idea de “cubiertos”. Utensilios tecnológicos que casi sin tenerlos en cuenta conviven cotidianamente con nosotros. La industria los ha fabricado de todos los materiales, colores, formas. Ahora bien; no siempre existieron, en la prehistoria se usaban conchas o trozos de madera. Estos objetos son una creación del hombre pero no por azar. No podemos pensarlos sólo como una creación humana. Marcan un contexto cultural, un nuevo modo de vida, una forma de pensar el mundo, traen consigo la idea de civilización.

Latour se centra en esta cuestión: no se consigue construir un pensamiento crítico y lo suficientemente completo y abarcador acerca del mundo en el que vivimos, estableciendo una separación entre la esfera natural y la social, la científica y la política, sin tener en cuenta las relaciones que se tejen entre ambas. Para explicarlo propone el concepto de redes: sistema complejo de relaciones.

Por Marina Carin

Volviendo a atar el «nudo gordiano»

Bruno Latour, filósofo, antropólogo y sociólogo francés, postula en la primera página de Nunca fuimos modernos que «un mismo hilo relaciona la más esotérica de las ciencias y la política más baja, el cielo más lejano y una fábrica específica en las afueras de Lyon, el peligro más global y las elecciones que vienen (…) Los tamaños, los desafíos, las duraciones, los actores no son comparables y sin embargo ahí están, comprometidos en la misma historia”.

Dos páginas más adelante nos dice que «esos artículos híbridos que dibujan madejas de ciencia, política, economía, derecho religión, técnica, ficción, se multiplican (…)», que naturaleza y cultura resultan mezcladas todos los días, y que sin embargo, los analistas, los intelectuales se empecinan en cortar el nudo gordiano que une esas madejas en las que el conocimiento de las cosas y el interés, el poder, y la política de los hombres resultan mezclados.

Nuestra tarea junto a Latour será la de reflexionar acerca de cómo el nudo gordiano puede atarse nuevamente, atravesar el corte constitutivo de nuestra Modernidad que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, la naturaleza y la cultura. Intentaremos identificar y describir algunas de esas madejas que nos rodean. Seguir leyendo